A pesar de ser una de las industrias más sólidas a nivel global – Deloitte la valuó en US$ 8.5 trillones a nivel global-,el sector sanitario se enfrenta hace tiempo a una contradicción que poco a poco empieza a resolver, que tiene que ver con su escasa inversión en digitalización y nuevas tecnologías, muy por debajo de sus expectativas. Esta discrepancia surge, principalmente, de los prejuicios arraigados entre las empresas y los profesionales, reacios a adoptar herramientas y plataformas virtuales en sus operaciones diarias.
Gastón Gugliotta, cofundador de Strambe, considera que la innovación en la industria de la salud “tiene que ver, en un gran porcentaje, con el desarrollo de nuevos medicamentos. Pero también hay esquemas de innovación dentro de los laboratorios que se relacionan con nuevas tecnologías. En la pospandemia se aceleró mucho este último aspecto porque el sector no venía realizando grandes avances”.
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Un enfoque interesante
El experto comenta que para contrarrestar la desaceleración del avance tecnológico en el sector, la innovación abierta apareció como una solución interesante. Este enfoque consiste en salir a buscar afuera de los propios laboratorios aquello que no se encuentra dentro. El resultado: una tendencia creciente de asociaciones o adquisiciones en las que las empresas sanitarias se alían con startups o empresas tecnológicas de tamaño medio. Los datos de PWC indican un aumento del 32% en el volumen de transacciones y del 65% en el valor de las mismas en el sector entre 2020 y 2021.
“Se experimentó un aumento de fusiones y adquisiciones de los fondos de capital privado, que representaron aproximadamente el 49% del volumen de transacciones y el 54% del valor de las transacciones en 2021, un marcado aumento en comparación con el promedio de los cinco años anteriores del 33% y 28%, respectivamente”, describieron desde la firma.
Gugliotta señala que, tradicionalmente, el sector sanitario fue reacio a invertir de forma significativa en tecnología, por considerarla más un gasto que una inversión. Sin embargo, esta mentalidad está cambiando gradualmente y los laboratorios, farmacias y profesionales sanitarios hacen cada vez más inversiones tecnológicas a largo plazo.
La innovación abierta en la salud
La transformación no es fortuita, sino que está anclada estratégicamente en la innovación abierta. A diferencia de la “cerrada” en sanidad, que implica esfuerzos internos de investigación y desarrollo para crear nuevos productos, la innovación abierta abarca aportaciones externas. Este cambio de paradigma implica escuchar más a la demanda, proveedores, empleados, startups y universidades, buscando activamente el conocimiento fuera de la organización.
“La tecnología venía atrasada e inició un proceso de digitalización importante que está cambiando el mercado. En esa línea, hay dos tipos de demandas que el sector tiene: estructurales y de negocio. La primera tiene que ver con las políticas públicas y se relaciona con la conectividad y la infraestructura para generar una verdadera red federal de salud”, destaca Gugliotta.
“Con respecto a las demandas de negocio, hay cuestiones más tangibles como los software para resolver determinadas situaciones. Hoy se construyen aplicaciones para eficientizar los turnos médicos, existen las recetas digitales y herramientas de recolección y análisis de datos como soporte, entre otros desarrollos”, añade.
Proyecciones a futuro
La transformación digital en el sector sanitario es una realidad. De hecho, calcula que el segmento de la “salud digital” generó 170.000 millones de dólares en 2023, 40.000 millones de los cuales fueron aportados por Sudamérica, según Statista. No obstante, aunque abundan las oportunidades para nuevas soluciones, los desafíos son numerosos y de gran alcance.
“Hay muchas oportunidades para construir nuevas soluciones, pero los retos son varios y amplios. La coyuntura de por sí impone desafíos que las empresas de todos los tamaños tienen que sortear. De todas formas, hoy hay plataformas donde se validan ideas y se busca apoyo económico. Son espacios de crowdfunding donde se buscan apoyos para desarrollar nuevos productos”, reflexiona Gugliotta.
Y concluye: “Luego tenemos el tema de inteligencia artificial, que genera muchas preguntas éticas. Las organizaciones van a sumar modelos que toman decisiones sobre los médicos y pacientes y puede haber sesgos. El gran desafío es garantizar la transparencia de la información y que los algoritmos trabajen de forma responsable. Además, se suma la tarea de securizar un gran volumen de información. Esto es especialmente relevante en industrias como la salud, donde se manejan datos altamente sensibles que si caen en manos incorrectas pueden desencadenar muchas problemáticas”.
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