La gestión de datos se convirtió en un pilar estratégico para el éxito y la supervivencia de las empresas. La explosión de la IA generativa, los avances en Internet de las cosas (IoT) y la pandemia elevaron la importancia de la gobernanza de datos a nuevos niveles. Según Cisco, cada día se producen alrededor de cinco trillones de bytes de datos.
Según las estimaciones de Mordor Intelligence, el tamaño del mercado de gobernanza de datos se estima en US$ 3270 millones en 2024, y se espera que alcance los US$ 8000 millones en 2029.
La pandemia actuó como un catalizador para el crecimiento del uso de datos. En la Argentina, el uso de herramientas de big data en empresas se duplicó entre 2021 y 2022, según datos del Observatorio de Productividad y Competitividad de la Universidad CAECE.
Este crecimiento vertiginoso refleja, a su vez, el interés empresarial sobre la importancia de gestionar de manera efectiva los datos en un entorno cada vez más digitalizado.
La proliferación de datos provenientes de nuevas fuentes requiere que las organizaciones reconsideren sus prácticas de gestión de datos para escalar su inteligencia empresarial. La capacidad de tomar decisiones informadas se incrementa cuando estas se basan en datos de calidad.
Los datos son modelos de la realidad, y la interpretación de esa realidad mejora con datos más precisos y relevantes. Sin embargo, es precisamente en este contexto de creciente relevancia del uso de datos donde la privacidad, la confidencialidad y la transparencia se vuelven más acuciantes, lo que resalta la necesidad de equilibrar la innovación tecnológica con la responsabilidad ética.
Privacidad, confidencialidad y transparencia
El respeto a la privacidad implica salvaguardar la información personal y sensible de las personas. En otras palabras, garantizar que solo las personas autorizadas tengan acceso a esta información y que se utilice solo para los fines para los que fue recopilada es esencial para construir la confianza.
La confidencialidad, por su parte, es un compromiso de mantener la información en secreto. Las organizaciones que manejan datos deben tomar medidas proactivas para proteger la información de accesos no autorizados. Es obligación de las empresas trabajar diligentemente para asegurar que la información confidencial permanezca a salvo.
Los datos son modelos de la realidad, y la interpretación de esa realidad mejora con datos más precisos y relevantes.
La transparencia, en tanto, implica ser abierto y honesto sobre las prácticas de recopilación y uso de datos. Informar claramente a los usuarios sobre qué datos se recopilan, cómo se utilizan y con quién se comparten es esencial para construir relaciones de confianza.
¿Qué hacer con la información sensible?
Los datos sensibles abarcan información personal, confidencial o delicada que requiere un tratamiento especial debido a su naturaleza privada o su potencial perjudicial si se revela o utiliza incorrectamente.
Un caso muy claro es el de historiales médicos, esenciales para brindar atención personalizada y precisa en el sector de la salud. La ética en este contexto asegura la confidencialidad y privacidad de la información médica de los pacientes.
Lo mismo pasa con la información financiera. La utilización de datos bancarios y de tarjetas de crédito por entidades financieras requiere una gestión ética para garantizar transacciones seguras y prevenir fraudes. Otro caso podría ser el de los datos biométricos, o incluso la información personal de redes sociales o de identificación personal.
Tres ejemplos para tener en cuenta
En la búsqueda constante de optimización y eficiencia, empresas como Airbnb, Wells Fargo y Uber son algunas de las marcas que se destacan a nivel global por haber implementado estrategias exitosas de gobernanza de datos.
Airbnb, la plataforma global de alojamiento, reconoció la interconexión crucial entre la gobernanza de datos y la alfabetización interna en datos. En ese contexto, la compañía implementó la “Universidad de Datos“, una iniciativa educativa interna destinada a impulsar el conocimiento de los datos en todos los departamentos.
Este programa capacita a los empleados para comprender, interpretar y utilizar los datos de manera efectiva en sus funciones. Como resultado, el 45% de los empleados son usuarios activos semanales de su plataforma interna de datos, lo que demostró que la alfabetización en datos puede democratizar el acceso y garantizar el uso responsable de la información.
La entidad financiera Wells Fargo, por su parte, demostró que la centralización de datos es clave para mejorar la precisión y confiabilidad de la información. Su estrategia de gobernanza de datos se concentró en crear una única fuente de verdad al centralizar datos de múltiples fuentes.
Según Prahalad Thota, ex vicepresidente senior y director de Análisis Empresarial y Ciencia de Datos de Wells Fargo, “establecimos un equipo que reúne datos y los organiza en nuestra Enterprise Data League”. Este enfoque no solo mejoró la coherencia y precisión de los datos, sino que también facilitó la visualización de datos para partes interesadas no técnicas mediante el uso de distintas herramientas.
Uber, una empresa que opera en más de 70 países, enfrentó el desafío de cumplir con las leyes locales y regionales en diversas regulaciones de gobernanza de datos. Para garantizar el cumplimiento en todas las regiones, Uber estableció un enfoque flexible mediante el uso de una plataforma centralizada.
Manikandan Thangarathnam, director senior de Movilidad y Plataformas de Uber, explicó en una conferencia el año pasado que ellos adaptan sus políticas de gobernanza según los orígenes de cada conjunto de datos mediante el uso de personalizaciones y complementos. La empresa invirtió en capacitar a su personal y perfeccionar sus habilidades para adaptarse a las regulaciones específicas de cada región, demostrando que la flexibilidad es esencial para el éxito de la gobernanza de datos en un entorno global diverso.
El gobierno de datos abarca todas las medidas para garantizar la seguridad, privacidad, precisión y disponibilidad de los datos. Esto incluye la fijación de estándares internos y externos, así como la regulación de quién puede acceder y utilizar qué tipos de datos.
El correcto manejo de datos siempre es una cuestión, primeramente legal. Se tiene que contar con ciertas herramientas, pero el uso debido o indebido no lo marca la tecnología sino la ética. La combinación de tecnologías vanguardistas y prácticas éticas no solo impulsa la innovación, sino que también establece un estándar para un desarrollo tecnológico responsable y confiable.